martes, 29 de marzo de 2011

Creación literaria.

Cuando busco una palabra ajena para expresar la idea mía termino, en la mayoría de casos, escribiendo la propia. Y no puedo creer que a ellos no se les haya hablado con la voz de quien escribo, ni se les haya hablado a susurros, ni el Sol -Astro de todos los días- les haya dicho lo que a mí me grita en su ocaso. No puedo creer que tú voz no se les haya aparecido ni en sueños -Tantos en los que ya ni siquiera te reconozco, a manera de ser necia y forzada-.
Busco en cualquier poeta y veo que no han visto nada. Porque no verte es no ver nada, y no reconocer la muerte de Helios es no saber de nada, ni de lo poco que Sócrates decía no saber.
Asimismo yo sé que estoy en esa misma circunstancia, pues, quien reclame por las futuras faldas de la Luna, o por la belleza del nuevo Agatón, dirá:-Aquel poeta de quien los elogios cantan hacia tal o cual cosa, no sabe más que el que sacrificó para su muerte. Y ese poeta estará consciente de que yo le sé menos que sí mismo.

Y de esta manera me conjuro a mí mismo.

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