viernes, 11 de marzo de 2011

Thus spoke the world.

¿Te das cuenta de lo que pasa? Allá afuera, sí afuera, fuera de esos ojos pardos enaltecidos por la conquista, ahí afuera, la gran máxima y exuberante mayoría de homo sapiens sapiens voltean a verte con un dejo de indiferencia, que se parece más al deprecio. ¡Bah! ¡Qué importa!
Miras a los muchos amigos que responden tus mensajes pormonótonaacciónrecíprocasocial enseñada por los padres, y los padres de los padres de los presentes. Miras también al que mira, igual que tú, y nadie para de hablar. La voz amistosa es aquella que mira silenciosamente mientras sus ojos hablan, aquella que dice como si nada pasara (como si viese la herida y tratara de curarla), aquella que mira  y mata.
La madre mira silenciosa, el padre mira y no ve. Los demás están muertos. Dentro de la sobriedad más extrema se denota que a veces el mal es la casa. Poco importa.
Pero, y tú, que miras tiernamente la noche, que eres conocedor del cielo y del astro que ilumina y del astro que es veneno y vida. Tú que miras, igual que el que mira, con ojos pardos; que ves mensajes pormoacresos en tu buzón; que distingues la muerte de quien vale. Tú, que mirarás eternamente por tu ventana, ¿hará, si quiera, poca falta en conocernos? Sea, y ven, que las lágrimas son acero, en donde el cielo acorta más los días y las noches se vuelven siempre largas.

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