lunes, 28 de febrero de 2011

Desesperados.

"¿Qué nos lleva a la desesperación?"  Me pregunto seriamente sentado frente a la computadora. Veo sus rostros molestos, sus palabras  lacerantes, y me veo a mí mismo. No dejo de cuestionarme y cuestionarme; me canso de la pregunta. Pero finalmente sigue ahí y no se va.
Después de un momento sucede algo sorprendente e inimaginable: "No es desesperación". Por primera vez en minutos tengo señales de lo que se aproxima a una solución. "¿Entonces qué es?" Y el pensamiento que le sigue me cae como un balde de agua fría en la conciencia. Nada hay tan complicado como matarse; se debe ser un maestro en el arte del desprecio para ahogar a lo que una vez se pavoneó como sí mismo.
Opto por desgarrarme el cabello con un suave toquido. Mis manos tiemblan escondidas. Es verdad: Así somos.

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